Este artículo se publicó hace mucho tiempo. Es posible que haya cambiado mi manera de pensar desde entonces.

Pancarta que dice “Plaza Solución” sustituye el rótulo de la parada de metro de Sol en Madrid en un juego de palabras

Ayer, como os estuve comentando en Twitter, estuve en Sol, el centro neurálgico de la #spanishrevolution. Salí de allí catorce horas después, a las 6 de la mañana, con la sensación de haber formado parte de algo extraordinario, nuevo, verdaderamente emocionante.

La organización de la acampada es digna de admirar. Claro que es un ensayo a muy pequeña escala de una sociedad horizontal que muchos de los allí presentes quisieran para toda España, pero resulta cuanto menos divertido. Comisiones y más comisiones tratan de proteger, enriquecer, dar a conocer y extender el movimiento, siguiendo las decisiones tomadas por la asamblea o, en su defecto, por la conciencia común que ha parecido surgir en el km. 0.

Es curioso que aparezca dicha conciencia colectiva entre tantos miles de personas de ideologías tan diferentes. Sí, sí, mucho perroflauta okupa, anarquista, comunista, y olor a porro, pero también -y muy especialmente en la manifestación- gente normal y corriente, como yo mismo, cuyo único propósito es cambiar las cosas y, efectivamente, reclamar respeto y una democracia real. Llama la atención lo rápido que los asistentes anulan a aquellos que quieren hacerse notar, yendo más allá del propósito inicial: no a las banderas, no a la violencia, no a imponer ideas. Fantástico.

Sol se ha convertido en un bello espectáculo de la democracia. La libertad individual que tan bien se está conjugando con la voluntad grupal permite que las ideas interesantes surjan y fluyan, y que la creatividad se haga material. Tuve oportunidad de tener alguna conversación interesante -con gente de ideas diferentes a las mías, por cierto-, así como de dibujar algún que otro cartel con alguna que otra idea espontánea. Todo un placer.

Así pues, y si no sabéis muy bien de qué va todo esto, os digo que no dejéis que os lo cuenten los medios. Acercaos a la acampada más cercana -que seguro que tenéis- y veáis, sintáis y disfrutéis este experimento, porque cosas así no ocurren todos los días. Y juzgad vosotros mismos si esto amenaza la libertad de voto.

Collage con numerosas pancartas caseras vistas en las manifestaciones del 15M en Madrid.