Este artículo se publicó hace mucho tiempo. Es posible que haya cambiado mi manera de pensar desde entonces.
Hacía tiempo que no estaba yo una semana tan desconectado, y, casualidades de la vida, coincide con un evento sin precedentes: por fin las redes sociales consiguen sacar a los españoles a la calle sin que haya sindicatos o partidos de por medio.
No sé si son los 130 mil que la plataforma Democracia real YA dice haber reunido, pero me da igual. Esas imágenes de Sol, el centro de nuestro país, abarrotado, no dejan lugar a dudas: esto es grande. Enorme.
Tenía que pasar: era necesario quejarse de la situación, más estructural que coyuntural, en la que vivimos. La política -los políticos- parece demasiado alejada de los ciudadanos, además de estar salpicada de corrupción, y el sistema político impide el cambio. En Oriente Próximo quieren libertades, nosotros queremos mantenerlas.
Por eso ha terminado por pasar esto: la #spanishrevolution -mi hashtag favorito- ha llegado incluso a la portada del Washington Post. Gente joven y no tan joven, y sin tanto perroflauta como algunos querrían.
Y que se atrevan a decir que esto no es democracia. Que no lo es salir a la calle a quejarse pacíficamente, a pedir sentido común y respeto. Nuestro país es democrático, pero quizá nuestros políticos no estén a la altura.
Allí estaré yo hoy en Sol esta tarde para ser un indignado más, ya os contaré qué tal. Esperemos que la Junta Electoral no tenga la osadía de prohibir todo esto.