Este artículo se publicó hace mucho tiempo. Es posible que haya cambiado mi manera de pensar desde entonces.
Me fascinan los mapamundi y los atlas, cómo reducen todo el planeta a algo tan tangible. Pero eso tiene sus riesgos: convertir una esfera en un rectángulo (en otras palabras, elaborar una proyección del planeta) requiere arte y mucho seso. Aún más: también puede condicionar nuestra manera de ver el mundo y perpetuar en ocasiones un desmedido ombliguismo.
La proyección predominante, tradicional, es la bonita proyección de Mercator, pero tiene enormes deficiencias respecto al tamaño de las regiones, favoreciendo, cómo no, al hemisferio norte (en América incluso partiendo Eurasia en dos). Por ejemplo, Groenlandia parece ser del mismo tamaño que todo el continente africano, pero en la realidad es 14 veces más pequeño. Tenéis más ejemplos en este ilustrativo fragmento de El ala oeste de la Casa Blanca.
En el vídeo se habla de la proyección de Gall-Peters, donde el tamaño y la posición son mucho más fidedignos. Sin embargo, cualquiera podrá decir que la forma de los continentes es un tanto desagradable. Por suerte, hay proyecciones mejores, como la Winkel-Tripel, utilizada por National Geographic desde 1998 (sustituyendo a la también decente proyección de Robinson).
Aquí la tenéis. Vedla en grande, y os asombraréis: cuán al norte estamos en Europa, o lo enorme que es Australia. No es un asunto fácil, hacen falta fórmulas bastante complejas para conseguirlo, pero es ese nuestro planeta, y no tanto el que llevamos viendo toda la vida.
Bonus 1: Un pequeño juego para darse cuenta del problema de los tamaños de la proyección de Mercator.
Bonus 2: En xkcd.