Mientras investigaba hace unos años sobre la minería del carbón en Asturias, aprendí algunas cosas interesantes sobre el papel de las mujeres, fueran o no trabajadoras. Este es un extracto ligeramente modificado de mi trabajo de fin de grado, que está disponible al completo aquí.

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Aunque la minería es un sector históricamente dominado por los hombres, las mujeres han participado en diversas labores relacionadas desde los comienzos. Tras el veto entre los años 50 y 80, las mujeres han vuelto al sector, aunque su participación es minoritaria. A mediados de los 80, la empresa quiso reintroducir la mano de obra femenina en la cadena de producción, y en 1984 las ocho primeras participaban en las pruebas de selección, las cuales, aun estando destinadas a los puestos en el interior de la mina —en igualdad de condiciones con los hombres—, solo les permitieron trabajar en puestos de exterior. Dos de esas mujeres acudieron sin éxito a los tribunales: por aquel entonces, estaba prohibido “el empleo femenino en trabajos subterráneos de minería”, según recogía la Carta Social Europea adoptada en 1961 y ratificada por España en 1980. Así fue hasta 1996, año en el que fue revisada por el Consejo de Europa, si bien el Tribunal Constitucional ya se había pronunciado en 1992 al respecto. A partir de entonces, solo se restringe el trabajo en la mina durante el embarazo.

Pero la lucha de estas dos mujeres no terminó ahí. Su incorporación en 1986 fue acompañada del rechazo de los demás trabajadores y sus representantes sindicales, hasta el punto de llegar a convocar una huelga parcial y manifestaciones en su contra. Los medios recogían declaraciones de algún trabajador que se oponía a la incorporación dado que los maridos de ambas ya trabajaban y había muchos desempleados en las comarcas, a lo que una de ellas respondió que renunciaría a su puesto si las demás mujeres de mineros que trabajaban hacían lo propio.

En los años sucesivos más mujeres pasaron a formar parte de la plantilla de la empresa, también desempeñando por fin trabajos en el interior de la mina. En 2013, trabajaban en Hunosa 199 mujeres, un 12% de la plantilla. Además, han entrado por fin a la mina: en 2011, eran ya más las mujeres que trabajaban en el interior (127) que las que lo hacían en puestos de exterior (85). El último hito al respecto fue la designación de María Teresa Mallada como presidenta de Hunosa, en el año 2012, convirtiéndose en la primera mujer al frente de la empresa pública.

Distribución de la renta y conciliación laboral

No existen datos públicos sobre los salarios de los empleados de Hunosa, pero sí podemos evaluar las estadísticas sobre pensiones. Si atendemos a los pensionistas en el Régimen Especial de la Minería del Carbón, de los 20.683 jubilados asturianos en ese régimen, tan solo 223 eran mujeres: un mínimo 1,1% del total.

En cuanto al importe de las pensiones, se percibe también un severo desajuste: mientras que la pensión media se situó en los 2.120,70 euros para los hombres, en el caso de las mujeres se quedó en 1.608,73 euros, un 24% menos. No obstante, es necesario realizar dos importantes matizaciones: por un lado, de las pocas mujeres que han trabajado en el sector minero en las últimas décadas, aún menos lo han hecho en el interior de la mina —los puestos mejor pagados—, y por tanto pueden haber cotizado en media menos que los hombres; pero, por el otro, se puede observar que, con la salvedad del seguro obligatorio de vejez, es precisamente en el régimen de la minería donde se aprecia la menor brecha entre hombres y mujeres. Así, ese 24% no es tan grave si se compara con la pensión un 37% menor de las mujeres en el régimen general o el 52% de media.

Pero la actividad minera tiene una dimensión de género que va más allá de la propia participación de las mujeres en el sector de forma directa. Precisamente la pequeña participación puede provocar un reparto desigual de la renta entre ambos géneros, algo constatable de forma empírica. La conciliación familiar es también difícil en un sector en el que se trabaja en tres turnos, incluido el nocturno. Hunosa fue la última empresa del SEPI en adoptar un plan de igualdad de género, en 2016. Ante a los relativamente altos salarios que se pagan hoy en la minería, que pueden ser suficientes para sostener la economía doméstica y que estadísticamente están en manos masculinas, las mujeres pierden aún más incentivos para trabajar fuera del hogar. Esto tiene evidentes implicaciones en cuanto a distribución de la renta, en especial a largo plazo, al incidir muy negativamente en la posterior pensión. De hecho, la discriminación de género es uno de los factores que repercuten negativamente en las perspectivas de futuro de las regiones industriales en declive, dado su impacto negativo en la igualdad de oportunidades.