Este artículo se publicó hace mucho tiempo. Es posible que haya cambiado mi manera de pensar desde entonces.

Que el periodista con más prestigio de España [Iñaki Gabilondo] no tenga hueco en una tele donde reina Belén Esteban es algo que va más allá de la obscenidad.*

Qué sencillo es librarse de un canal de televisión. Me da igual si es por culpa de la entrada de capital americano en Prisa o la fusión de Cuatro y Telecinco, me da lo mismo. Porque, sea lo que sea, el resultado será el cierre de una cadena donde la información, en cualquiera de sus formatos, se transmite con rigor.

CNN+ no es un canal hecho de redifusiones y series de un puñado de décadas antes, como tantos otros que pueblan la TDT. Tras ese canal se encuentran muchos periodistas que, con sus más y sus menos a lo largo de 11 años de emisión, han tratado al  menos de ofrecernos una visión plural, respetuosa y profesional de lo que sucede..

Basta con poner alguno de sus programas para darse cuenta de a qué me refiero. En ellos, mantener posturas opuestas no significa descalificar al adversario dialéctico, sino tratar de ofrecer argumentos serios, válidos en definitiva. En ellos no se desprecia el saber y se ensalza la ignorancia, sino que se les da a la ciencia y a la cultura la importancia que nunca deberían haber perdido. En los cara a cara (presentados por el genial Antonio San José), los entrevistados no son delincuentes o víctimas a los que detripar para el regocijo de la audiencia, más masa que público, sino gente que tiene algo que aportar.

CNN+ es, era, buen periodismo. Podemos caer en la tentación de creer que la única lección que esto nos deja es que el triunfo de la telebasura (la inmunda de Telecinco y la intelectualoide de esos canales que conforman lo que se ha venido a llamar TDT Party) es a costa del periodismo de calidad, donde la lectura pausada y racional no se deja influenciar por los titulares sensacionalistas. Pero, como ya dice Iñaki Gabilondo en un vídeo dedicado a nosotros, «los jóvenes periodistas» (y disculpadme la osadía de meterme ya en ese colectivo), la clave es no rendirse. La cultura lo tiene más difícil que el espectáculo en un momento en el que buscamos en la caja tonta más catarsis que ideas.

Nadie dijo que hacer las cosas bien fuera fácil. Yo solo les deseo lo mejor a esos grandes periodistas. Agradeceremos disfrutar de su buen hacer en algún otro lado. De cualquier modo, seguirá entristeciéndome ver que las despedidas son, en esta ocasión, recompensa última del trabajo bien hecho.