Este artículo se publicó hace mucho tiempo. Es posible que haya cambiado mi manera de pensar desde entonces.

Cuán vasto es nuestro planeta. Ya de forma natural nos ofrece infinidad de curiosidades dignas de ser preservadas, pero también nosotros, los seres humanos, hemos incrementado su riqueza con nuestra cultura y, por ser más visible, arquitectura.

Digo arquitectura porque acabo de leer en Microsiervos que una organización sin ánimo de lucro llamada CyArk tiene como objetivo crear copias de seguridad de los emplazamientos con el honroso título de Patrimonio de la Humanidad, mediante el uso de un escáner láser que registra su forma e incluso los materiales con los que está construido. Gracias a esta información, sumada a fotografías en alta resolución y otros recursos, tales monumentos podrían ser reconstruidos en caso de catástrofe o de cualquier otra circunstancia que provocara su deterioro o destrucción.

La idea me parece perfecta. En la web nos explican que hay un significativo número de monumentos en cierto peligro debido a hallarse en zonas donde, por ejemplo, los terremotos son frecuentes. Además los datos recogidos están a nuestra disposición: tanto las recreaciones 3D como las imágenes. Al fin y al cabo son patrimonio de la Humanidad ;).

Esto me recuerda, aunque vagamente (porque es diferente), a la Bóveda Global de Semillas que impulsó el Gobierno de Noruega junto al apoyo internacional. Su finalidad es clara: guardar semillas de toda especie vegetal que produzca alimento con el fin de recuperarlas en caso de cataclismo. Podéis enteraros de algún detalle más en su artículo de la Wikipedia o, mucho más interesante, en el FAQ de la web del proyecto.

Ya para concluir, no puedo dejar pasar la oportunidad de proponer una idea a la que llevo ya dando vueltas incluso años: algo que podríamos denominar el registro de lenguas. En el debate de las lenguas autóctonas, pese a mi admiración por los logros del catalán, suelo posicionarme a favor de la practicidad: no se debe forzar a una sociedad a que aprenda una lengua que no es la suya. Hablan de que esas lenguas desaparecerán (escribo pensando en el asturiano), y me digo que posiblemente eso es lo que tenga que pasar, es lo natural.

No obstante no puedo evitar entristecerme por la pérdida cultural que supone la desaparición de un idioma, y por eso he pensado en que alguna de estas organizaciones internacionales que promueven proyectos tan interesantes debería encargarse de documentar toda lengua a punto de desaparecer (aunque, ya de paso, también las que no vayan por tal camino). Y ojo, no solo recogiendo sus características (ortografía, gramática, léxico…), sino también aportando los medios didácticos para que cualquier ciudadano del mundo pueda aprenderla si así lo desea. Evidentemente esto es algo muy utópico, porque hay muchas lenguas y mucho que investigar en cada una, pero desde luego sería un puntazo si se llevara a la práctica. Eso sí, con Wikilibros podemos aprender ciertas lenguas, lo cual me resulta francamente interesante, dado su carácter gratuito, libre y colaborativo.

En definitiva, que tenemos mucho que preservar, y que más vale prevenir que curar. Que sí, que hablar del futuro es cool, pero también el pasado tiene su encanto, ¿o no?